Brasil y México: Su actuación en el Grupo de los 20

Brasil y México: su actuación en el Grupo de los 20

Hoyos Valera, Alberto
Universidad Simón Bolívar

ahoyosv@usb.ve

Resumen

Esta investigación documental propone el análisis de la aparición del Grupo de los 20 (G-20) como grupo donde se han resuelto las crisis económicas recientes, se modela la gobernanza global y confluyen las potencias desarrolladas, emergentes y algunas regionales. Por América Latina asisten Argentina, Brasil y México; estos dos últimos son los que se consideran potencias por las características que poseen, el peso económico, diplomático en la región, pero también, porque cumplen un papel de potencias bisagras entre las potencias más grandes y los países menores. Sin embargo, confluyen con agendas diferentes a las cumbres del G-20; esto tiene como consecuencia que tenga poco peso frente a los países con mayor peso e influye débilmente en la creación de las normas formales e informales de la gobernanza global.

Palabras clave

Brasil; México; Grupo de los 20; Gobernanza Global; Política exterior.

Abstract

The appearance of the Group of 20 (G-20) as the group where the recent economic crises have been resolved, governance is modeled, developed, emerging and some regional powers converge. Attending Latin America are Argentina, Brazil and Mexico, the latter two are the ones that are considered powers due to the characteristics they possess, the economic and diplomatic weight in the region, but also because they play a role as pivotal powers between the largest powers and the smaller countries, however, converge with different agendas than the group’s summits, making them have little weight compared to the countries with greater weight and weakly influencing the creation of norms and informalities of global governance.

Keywords

Brazil; Mexico; Group of 20; Global Governance; Foreign policy

En las últimas décadas han ocurrido cambios en el orden internacional, una muestra de ello  es que las crisis económicas desde 2008 han sido enfrentadas de manera diferente a como habían venido ocurriendo. Con la primera cumbre de jefes de Estado del Grupo de los 20 (G-20) que la resolución de las dificultades económicas que podían generar un malestar profunda en la economía mundial y en el proceso globalizador, tendrían que tomarse en cuenta más actores, que ya no era solo Estados Unidos (EEUU), la Unión Europea (UE) o el Grupo de los 7 (G-7) en quienes recaía la capacidad para la recuperación económica. Ahora nuevos actores emergentes y regionales se tomarían en cuenta para poder llevar adelante la gobernanza global, ya no solo los económicos, también los relacionados con el cambio climático o de seguridad.  Por América Latina asisten  Argentina, Brasil y México, solo los dos últimos podrían considerarse como potencias emergentes y regionales, sin  embargo ninguno de los tres  lograr coordinar acciones para poder tener un peso mayor en el G-20.

Luego del final de la Guerra Fría, a fines del siglo pasado, se llegó a hablar del “Momento a Unipolar” porque Estados Unidos (EEUU) quedaría como una superpotencia solitaria. Por otro lado, otros autores caracterizan el orden internacional en el que, si bien Estados Unidos tendría una preeminencia como potencia, otros actores estatales y no estatales  también deberían ser tomados en cuenta. Para comprender esto se usa la imagen de Joseph Nye (2011a, 2011b, 2003), para quien el orden contemporáneo es un tablero de ajedrez tridimensional, explicando que en el plano superior están los asuntos militares; en el intermedio, los asuntos económicos; y en el inferior, los asuntos transnacionales, como la sociedad civil, los grupos terroristas y criminales (Nye,2011a, 2011b, 2003).

Materiales y Métodos

La investigación es documental, se utilizó el método comparativo y el análisis histórico para el estudio de la actuación de Brasil y México en el Grupo de los 20. En especial, se  tiene el propósito de observar la diversidad, así como, los puntos de encuentro desde la perspectiva de éstos dos países de América Latina y su interrelación en el G-20. De este modo, se plantea la caracterización de las relaciones en el marco del G 20, se esbozan conceptos pertinentes a la gobernanza global y la política exterior, que permitirán hacer inferencias sobre la participación de Brasil y México en el G-20.

Resultados

1.El  orden global contemporáneo y el G 20

En el primer tablero se encuentra EEUU, como principal potencia militar, en el segundo, cada vez pierde espacio con China, en el tercero, los asuntos transnacionales, no tiene control, debido a la proliferación de grupos terroristas, organizaciones criminales como las bandas de narcotráfico, o poder imponer una agenda o acuerdo en temas como el cambio climático. Por su parte, en la visión de AmitavAcharya, se utiliza una metáfora diferente a los tableros de ajedrez: habla del orden internacional como un multiplex; es decir, como los conjuntos de varias salas de cines que proyectan bien sea la misma película al mismo tiempo u otras en ese mismo horario, así como su exhibición en salas de diferentes tamaños o con otros elementos que influyen en la proyección. Así, plantea que este orden internacional puede verse como una película con cuatro dimensiones, las tres clásicas (longitud, altura, la profundidad) a las que añade una cuarta dimensión: el tiempo.

Propuesto así, tenemos que en la longitud se aprecia una visión global, ya que incorporaría los órdenes regionales, los diferentes mecanismos multilaterales, y no quedaría supeditado sólo a un orden unipolar o bipolar o el multilateralismo basado en la hegemonía de EEUU. En el peso se señala el poder duro, es decir, el que crea la jerarquía internacional, en el que los más poderosos seguirán modelando ese orden, solo que ya no es un solo Estado o dos, aun así quieran imponer sus pretensiones, se verán limitados. En la profundidad, puede encontrarse el liderazgo, la calidad y la legitimidad de ese orden: incluye la legitimidad democrática, uso del poder suave, las relaciones intergubernamentales, las relaciones transnacionales de la sociedad civil. La cuarta dimensión es el tiempo, en el que no se repetirá ninguno de los órdenes internacionales precedentes, y está apareciendo  un orden donde varias potencias juegan simultáneamente, a la vez que también lo hacen varias regiones (Acharya, 2014, 10-11)

La principal diferencia entre Acharya y Nyese encuentra en la dimensión del tiempo, en la que aparecerá un nuevo orden internacional que no estará liderado por EEUU. En este punto, y es lo que se desarrollará aquí más adelante, la aparición del G-20 ingresa como una nueva forma en la que esas potencias emergentes, las grandes potencias pueden interactuar y negociar, así como, poder minimizar las fricciones que se producen en el declive de EEUU. En este sentido, John Ikenberry señalaba en 2008 que, ante el auge de China, EEUU debería cooptarla para evitar un enfrentamiento. También señala que no sólo se enfrenta al país norteamericano, sino al mundo centrado en occidente y sus instituciones (Ikenberry, 2008, 23). En este sentido, y desde la propuesta de Acharya, debe señalarse que las instituciones occidentales, así como, la hegemonía de EEUU, podrían permanecer en paralelo con otras zonas de influencia: posiblemente el multilateralismo tendrá cambios. Lo que si aclara Acharya es el tema de la democracia y derechos humanos que, si bien son promovidos por el orden liberal de EEUU, para varios de los nuevos Estados emergentes como China y Rusia no es una prioridad.

John Ikenberry se preguntaba en 2000, cómo puede ser el papel de las potencias victoriosas luego de una gran guerra. Así, menciona que tiene al menos tres opciones:

A state that wins a war has acquired what can usefully be thought of as a sort of “windfall” of power assets. The winning postwar state is newly powerful—indeed, in some cases it is newly hegemonic, acquiring a preponderance of material power capabilities. The question is: what does this state do with its new abundance of power? It has three broad choices. It can dominate—use its commanding material capabilities to prevail in the endless conflicts over the distribution of gains. It can abandon—wash its hands of postwar disputes and return home. Or it can try to transform its favorable postwar power position into a durable order that commands the allegiance of the other states within the order. To achieve this outcome, it must overcome the fears of the weaker and defeated states that it will pursue the other options: domination or abandonment (p. 4).

Ikenberry responde que lo que ha ocurrido es la transformación del orden, a pesar que el cambio de esa nueva disposición es probable que no llegue por la guerra; algunos señalan que ese traspaso se ha dado por guerras entre la potencia en declive y la emergente. Hasta el momento, los cambios no han llevado al conflicto bélico. La actual situación en el orden internacional, la dinámica económica, la aparición de los problemas climáticos llevan a pensar a que se modelará un nuevo acomodo, sólo que será entre varias potencias en diferentes agrupaciones regionales y por agendas temáticas. En este punto, EEUU podrá tener un peso importante en lo militar, pero con China y otros que intentan igualarlo.

Por otro lado, la democracia y los derechos humanos es probable que no tengan la misma defensa y difusión como se había venido produciendo desde 1945.Todavía está por definirse por completo en nuevo orden internacional, por lo que el G-20 sería el ambiente conveniente para poder acordar mecanismos de gobernanza.

La crisis financiera de 2008 afectó a sectores importantes y de igual forma a los países desarrollados, como a los emergentes, las posibilidades que la recesión se profundizara impidiendo su recuperación se hacían patentes. Es por ello que tomar medidas desde el G-7, no eran viables ya que el peso de nuevos actores había aumentado. De esa manera, se buscó incorporar a los nuevos actores que juegan un papel importante en la economía y al mismo tiempo mostrar un carácter amplio para favorecer la recuperación.

Una muestra de la necesidad de esa amplitud en la toma de decisiones para la recuperación económica era que el G-7 y el G-8, eran los clubes que habían afrontado las crisis desde los años 70, pero los cambios mencionados, propiciaron la incorporación de este nuevo grupo, donde se podrán redefinir los nuevos mecanismos para la gobernanza internacional. Las reuniones y las agendas en el G-8han demostrado la interdependencia en los diferentes temas y problemas económicos, sociales y ecológicos, entre otros.

2. Interdependencia y gobernanza global

La implementación de acuerdos y medidas por parte de los Estados en la escena internacional, se ha podido rastrear desde el siglo XIX, con la creación de organizaciones intergubernamentales, como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), acuerdos entre Estados, la sociedad civil, las organizaciones que fomentaban la independencia y el fin de la era colonial, la difusión de vacunas y el combate contra enfermedades, por lo que se ha ido modelando desde ese momento, y el término de gobernanza global se empieza a usar desde 1999 (Murphy, 2014. 30-31).

Para el academic Amitav Acharya, la gobernanza es una serie de “formal or informal management of cross-border issues affecting a significant proportion of the international system by states, international institutions and non-state actors, through power, functional cooperation, laws, regimes, and norms” (2016, 6). Es por ello, que la implementación de una gobernanza, conlleva una distribución de poder. La irrupción de nuevos actores ha hecho que nuevos acuerdos y reglas sean necesarios para la gobernanza. En este caso, hace que la complejidad de la nueva gobernanza, cuente con niveles regionales y globales, el papel del Estado ha continuado siendo relevante; hecho que quedó demostrado en la cumbre de los G-20 en 2008.

Por otro lado, para la implementación de la gobernanza se requiere acciones, negociaciones y acuerdos que provienen de los actores relevantes del orden internacional: son los que tienen capacidad para llevarlo adelante. Michael Barnett y Raymond Duvall señalan que dentro de la gobernanza global se presenta al poder en cuatro esferas, y a partir de ellas, se ven representadas las relaciones internacionales. En la gobernanza internacional se encuentra el compulsorypower, que se puede traducir como “poder mandatorio o preceptivo”, que señalan como la amenaza de un Estado a otro para que modifique sus políticas o será castigado; el poder institucional que consiste en el control sobre otros Estados a través del diseño institucional; el poder estructural, expresado en las capacidades habilidades y jerarquías con respecto a otro Estado; y el poder productivo, que se manifiesta en cuanto a ideas, conocimientos, símbolos y formas de desarrollo (Barnett y Duvall, 2005, 3-4).

Esta tipología puede explicar la construcción de la gobernanza, como esas reglas formales e informales que buscan mitigar los efectos nocivos de la globalización. Los Estados que reciben mayores beneficios, diseñan instituciones, reglas, imponen condiciones o las negocian. Este punto puede señalarse como buscar acuerdos y cambios cuando pueden resultar perjudicados: los poderes emergentes y medios las aceptan para obtener parte de esos beneficios y/o resultar menos afectados, y también agruparse o asociarse para cambiar las normas.

La interdependencia compleja es el otro concepto que se utilizará en este trabajo, que se entiende como la aparición de múltiples canales que se expresan en tres tipos de relaciones, las interestatales, intergubernamentales y transnacionales (Keohane y Nye, 1997). Por otro lado, no existe una jerarquía inamovible en los temas, existe una diversidad en ello y no solo los temas de seguridad: la globalización ha contribuido con la interdependencia de los Estados, los temas de seguridad (terrorismo, ciberseguridad), temas económicos y ecológicos han contribuido con ello.

De esta manera, la interdependencia compleja,según Keohane y Nye, posee dos esferas reconocidas como la sensibilidad y la vulnerabilidad. Éstas tienen que ver con los costos que se producen en las relaciones y las conexiones; algunos Estados pueden estar en una interdependencia asimétrica, resultando en aumentar el poder para otros Estados en perjuicio de otros. A pesar que se presente una relación asimétrica, la interdependencia conduce a la cooperación ya que, para la obtención de resultados, se necesita que otros actores participen o sientan algún beneficio (Keohane y Nye, 1997, 25-33).

La globalización ha llevado a que la interdependencia aumentase la dependencia mutua en temas económicos, ecológicos y de seguridad. Sin embargo, algo que mencionaban en su exposición original Keohane y Nye, era el papel secundario del Estado. Sin embargo, éste se ha visto fortalecido en los últimos años con las crisis económicas. A los países emergentes les interesa contribuir en la gobernanza global, ya que les permite estabilidad económica, ganar reconocimiento regional y global. Sólo así, pueden verse como una forma de bisagra entre las potencias y los menos poderosos (Keohane y Nye, 2002, 219-245).

3. Formación del G-20 y encuentro entre el norte y el sur

Se ha mencionado el lanzamiento del G-20 luego de la crisis de 2008; pero este ya se había formado en 1999 como un club de ministros de finanzas y presidentes de bancos centrales, y ahora estaba formado por jefes de Estado y de gobierno. La importancia de esa cumbre en 2008, era que, a diferencia del G-7, ahora incorporaba a los países emergentes. La visión que se tuvo era que para poder recuperar la economía mundial de la debacle ese año, se debía contar con las potencias emergentes, medias y regionales. 

Esta ampliación era un cambio, ya que la agenda económica, así como, la ecológica y de seguridad eran consultados con otros países que no pertenecían al G-7, esto evidentemente traía al debate, no sólo la asunción de los países emergentes, sino temas como el desarrollo, cambios que pudieran generar reformas de las instituciones provenientes de Bretton Woods (1944). Por otro lado, se entendía que, para poder salir de la crisis, debía contar con una ampliación de los países miembros y no solo los llamados desarrollados. Más allá de esto, la reunión enviaría un mensaje que para poder salir de la crisis: no se tomarían medidas unilaterales que pudieran poner en dificultades la recuperación económica. Esa institucionalización logró sentar bases para acuerdos sobre regular el sistema financiero internacional y los mercados bursátiles (Kim, 2011, 35).

El G-20 pudo vislumbrarse como el lugar donde los países desarrollados pudieran generar las condiciones para mantener sus metas de crecimiento económico y, por otro lado, los emergentes ven la oportunidad para lograr estabilidad para sus objetivos de desarrollo. Se han presentado una multiplicidad de temas, así como, la asistencia de la sociedad civil y representantes de empresas de sectores financieros.

Los temas han sido muy amplios y presentes en las cumbres desde su instauración, desde la búsqueda de estabilidad financiera, macroeconómica y el comercio, así como, la seguridad, el cambio climático y la corrupción; sin embargo, los que han tenido mayores avances y acuerdos, se encuentran en el tema económico y el de seguridad. Los otros temas han resultado difíciles de implementar (Maihold y Villamar, 2016, 177).

El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) desde la primera cumbre han estado presentes, y se ha apoyado que sean los entes que permitan coordinar las medidas fiscales y monetarias para la resolución de la crisis. También que se produjeran reformas en esos entes, cuestión en la que presentaba China mayor interés y otros emergentes. Una de las propuestas que logró mayor consenso y continuidad se encuentra el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés)[i], que comenzó a operar desde 2009.

En la cumbre de Toronto de 2010, se propuso generar mecanismos para reformas fiscales y de regulaciones para el sector financiero a nivel mundial que puedan sostener para evitar la volatilidad de los mercados, además de evitar las guerras de divisas. Por otro lado, los temas de desarrollo y equidad, así como, la volatilidad de los precios de las materias primas, se presentaron en 2011 durante la cumbre de Cannes. Este es uno de los temas que sí son de mayor interés para el Sur, porque les permitiría obtener, estabilidad en cuanto a las metas de desarrollo. Aspecto que ha sido propuesto por el grupo de países BRICS[ii]. En la cumbre de 2012 en México, se llevaron a cabo las reformas de FMI, así como una recapitalización de este por 75.000 millones de dólares[iii].

Algunos temas que parecen productos de eventos o coyunturas que generan preocupación en la escena internacional, como los casos de la guerra en Siria y los refugiados que generaron, constituyeron tópicos importantes en la cumbre de Turquía en 2015. La sostenibilidad climática es uno de los aspectos observados ahí que se han vuelto álgidos, debido a que algunos países consideran que puede afectar sus metas de crecimiento económico. Éste es uno de los puntos donde no se encuentra consenso entre los países desarrollados, emergentes y en vías de desarrollo; incluso, hay desencuentros a lo interno de esos grupos en cuanto al tema climático. El consenso para lograr acuerdos para mitigar la crisis climática, se vieron seriamente lesionados con la decisión de Trump de retirar a EEUU delos acuerdos de Paris de 2016.

Hasta ahora el G-20 ha presentado en agenda los principales problemas que generan controversia en el escenario internacional, sus discusiones y acuerdos para poder manejarlos; sin embargo, los temas con mayor resolución y cabida son los económicos y financieros, aun a pesar de problemas como la guerra comercial entre China y EEUU, las negociaciones de Doha en la Organización Mundial de Comercio no se han destrabado (Kim, 2011, 39). Estos son los que tienen mayor atención de los miembros del club, hay una concordancia mínima en la agenda y en los temas que puedan contribuir con la volatilidad económica.

Para AmitavAcharya ante los cambios ocurridos en el orden internacional, es en el G-20, dónde puede impulsarse la gobernanza ante los cambios que se presentan:

There are two main candidates vying for the status of being the most important member of the new global power elite, the BRICS and the G-20. Although the BRIC idea goes back to 1990, and the G-20 was established in 1999, a turning point in their role in global reordering came with the outbreak of the global financial crisis in 2008. The crisis led this select group of states not only to play a major role in fashioning the global response to the crisis, but also created opportunities for them to shape the debate over the future of global governance and world order (2016, p. 64).

Otro aspecto que debe señalarse es que las discusiones, si bien han girado en torno a los temas económicos, ecológicos y coyunturas que pueden afectar el orden internacional, la ausencia ha sido el estado de la democracia, derechos humanos, entre otros; esto se debe a que en una parte de los asistentesal G-20 no son democráticos y no tienen interés en promover estos valores en su política doméstica ni exterior, como Rusia y China por mencionar los casos más emblemáticos.

Un nuevo desafío se presentó al G-20 en 2020, por la pandemia y los efectos de pospandemia para la economía, seguridad, y ayuda a los más desfavorecidos para poder enfrentarla, distribuir las vacunas, aunque no pudo crear o mitigar la carrera por el desarrollo de las vacunas ni generar una forma más expedita en su distribución a nivel mundial, porque los más pobres las obtuvieron más tarde.

La cumbre de 2020 se realizó de manera virtual, aunque fue organizada por Arabia Saudita y el principal punto de discusión fue cómo contribuir con las medidas sanitarias y las medidas económicas para poder impulsar la recuperación económica por la pandemia. Más adelante, la que se realizó en Roma, Italia, en 2021, no contó con la asistencia de Vladimir Putin, XinJinping, Andrés López Obrador, entre otros; el resto de los líderes asistieron o enviaron a un representante.

El tema de la cumbre en Roma se concentró en seguir discutiendo las medidas de recuperación pospandemia; pero también, fue una ocasión en la cual JoeBiden, como nuevo presidente de EEUU, pudo acercarse a sus aliados; en este caso, tuvo un acuerdo sobre importaciones de acero y aluminio desde Europa. También se intentó acercar a China para discutir medidas y reducir la tensión entre los dos países.

Esto fue una forma que ayuda a mitigar efectos nocivos de la globalización y reducir las tensiones económicas, poder encaminar la recuperación económica. Para la cumbre de 2022, organizada por Indonesia, para poder encaminar medidas que contribuyeran a la gobernanza, se agrega la guerra, en julio de 2022 se llevó a cabo la cumbre de ministros de exteriores del G-20, que es el preámbulo de jefes de Estado y de Gobierno en noviembre (Lamb y Brunnstrom, 2022). La reunión fue tensa con el ministro ruso Lavrov, quien señaló que Rusia ha estado apegada al derecho internacional.

En noviembre se discutió sobre las exportaciones de grano ucraniano y se buscó  presionar a los rusos para iniciar una negociación o cumpla con un corredor para que pueda salir el trigo para evitar una crisis alimentaria internacional. No se ha discutido sobre la asistencia de Putin o cómo podría ser la agenda con el presidente ruso. Algunos han propuesto que se vete a Rusia de la asistencia a la reunión en noviembre. La cumbre puede encontrarse una forma de encontrar soluciones a la guerra en Ucrania y a los retos para la recuperación pospandemia.

En este sentido, para el académico Robert Kirton, por ejemplo, la formación de grupos como el G-7, luego de abandonar el patrón-oro en 1971, han contribuido con la gobernanzaen los momentos en que se han producido crisis o problemas que se generan en el orden internacional (Kirton, 2017, 4-5). Aun a pesar de las divergencias que se presentan, éste es el espacio en el cual los países pueden impulsar la gobernanza. Un ejemplo es la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Igualmente, los países menos ricos pueden exponer demandas de cambio, como la reforma del FMI apoyada por China y los BRICS. La presencia de países desarrollados y en vías de desarrollo o subdesarrollados es una demostración que la globalización ha profundizado la interdependencia actual.

4. Potencias mayores, potencias emergentes y potencias medias

Los miembros del G-20 son los quelos estudiosos de la Ciencia Política, las Relaciones Internacionales y la Economía, consideran potencias establecidas, potencias emergentes y potencias medias en el caso de estos últimos, serían esos países que pueden jugar un papel relevante en sus regiones. En el caso latinoamericano, entre los países que se consideran como potencias emergentes y medias están Argentina, Brasil y México (aunque Argentina es miembro, ha enfrentado dificultades económicas en cuanto a la deuda, inflación y empleo entre otros).

Se consideran potencias emergentes a aquellos países donde el poder crece y están en capacidad de disputar la jerarquía del sistema internacional imperante, y pueden alterar resultados de las políticas o acciones que otros Estados promueven (McFarlane, 2006, 18). Otros proponen que para categorizar a una potencia regional, se toma en cuenta la capacidad financiera, monetaria, fuerza militar, seguridad energética; así como, la capacidad de influenciar y proveer bienes públicos para otros Estados vecinos (Van Langehove et al, 2015, 2-25).  Otros autores, como Michael Beckley, señala que debe verse con recelo los indicadores económicos, como el PIB, para medir los recursos de un país como potencia (Beckely, 2018, 7-44). Beckley señala que puede usarse el PIB per cápita u otros indicadores como el tamaño de la población; incluso, que también de estos recursos deben observarse los resultados de sus acciones, en cuanto a la influencia a través de la diplomacia, formación de alianzas, peso o habilidad para armar coaliciones en las organizaciones multilaterales.[1] En este mismo sentido, pueden contribuir a la provisión de bienes globales, de igual manera, pueden formar coaliciones con potencias hegemónicas para beneficiarse (Noltle, 2010, 886).

Argentina, Brasil y México podrían enfrentar problemas para ser consideradas un bloque de potencias, siguiendo a Beckley, existen otras consideraciones, aparte de las mencionadas es el peso que tienen en los organismos multilaterales, tanto globales como regionales. El caso de Brasil cuenta con muchos más recursos que sus vecinos de Suramérica, esto le ha permitido un papel de mediador en los asuntos de la región, también como un exportador de productos agrícolas, lo que lo lleva a formar coaliciones con otros exportadores agrícolas en los organismos multilaterales o para buscar reformas en nuevas propuestas de desarrollo para el Sur Global.

Una potencia regional es aquella que puede contribuir con la provisión de bienes públicos y puede participar en la jerarquía y distribución de poder a niveles no globales; que pueden contribuir con la preservación del statu quo, generar estabilidad en la región, mediar en conflictos regionales o interregionales. Formar coaliciones con otros países de la región u otras potencias para alterar el orden internacional (Lemke, 2004, 39-40). Puede observarse que ante los cambios ocurridos en el orden internacional, el papel de potencias emergentes y regionales se ha hecho presente; porque contribuyen con la gobernanza, sirven de puentes para dirimir asuntos entre potencias hegemónicas o en muchos casos puede formar parte de alianzas mayores bien con mayores potencias o medias en sus regiones; es decir, que en la actual situación donde se ha descentrado el poder, estás juegan papeles más importantes y participan cada vez más en las negociaciones para tomar decisiones por parte de los actores mayores.

5. El desempeño de estas potencias en las cumbres del G-20

Desde los inicios de la primera cumbre en 2008, las expectativas estaban puestas en poder resolver la crisis económica de ese año y en las medidas que tomarían las principales economías como EEUU y China. También, fue el espacio propicio para discutir reformas de las instituciones provenientes de Bretton Woods. Las propuestas han estado en lograr disminuir la volatilidad de las finanzas internacionales con algunas regulaciones mínimas.

Las propuestas han girado en torno a varios temas que son de interés tanto para los desarrollados, como por los emergentes y menos desarrollados, como los problemas del desarrollo y los del cambio climático; sin embargo, como se ha mencionado antes esas agendas se encuentran desde el acceso y la calidad del empleo o el combate del cambio climático. En este sentido, las propuestas que mayor acogida para su implementación se encuentran en los temas económicos y financieros más apremiantes, aun así, EEUU y China han presentado conflictos por temas comercialesque aun en el 2020, no se ha resuelto satisfactoriamente para las partes con los efectos en ambas economías y en el presente.

6. Brasil y México como potencias de América Latina

Brasil es el país más extenso de Suramérica, posee una superficie de 8,5 millones de km cuadrados, una población de 210 millones de habitantes, es el país que limita con todos los países del sub continente americano a excepción de Ecuador y Chile, cuenta con un  Producto interno bruto de 1. 809 billones de dólares, y un crecimiento de 1,1 % según datos del Fondo Monetario Internacional para 2019, con un PIB per cápita de 9. 001,2 dólares. La inversión extranjera directa para 2018, representó el 4,1 % de PIB según cifras del Banco Mundial de 2019. En 2018 exportó 239.888 millones de dólares e importó 181.230 millones de dólares.

Las exportaciones de productos agrícolas como carne, café y soya, lo ubican dentro de unos de los primeros exportadores de estos rubros a nivel mundial y hacia sus vecinos. Entre otros detalles, Brasil también es un gran productor de etanol, combustible proveniente de la caña de azúcar, y se consideró como un exportador del producto, además de la elaboración y exportación de otros minerales (Gregory y Almeida, 2008, 142). Desde la década de 1990, junto con Argentina, Uruguay y Paraguay formaron el Mercado Común Suramericano (MERCOSUR), uno de los bloques comerciales más grandes del continente, aunque se ha estancado, presenta algunas limitaciones porque los miembros algunas veces han priorizado las diferencias ideológicas y consideran mejores oportunidades para el crecimiento económico en espacios extra regionales (Nolte, 2019, 131-156).

Habría que recordar que el gigante latinoamericano tiene, igualmente, un papel activo en la mediación de conflictos en la región, así como, en los organismos multilaterales como la Organización de Estados Americanos (OEA); también dentro de la Organización de Naciones Unidas (ONU), contribuye con tropas para los cascos azules en misiones internacionales. En reuniones y acuerdos con otras potencias emergentes, como el BRICS y el IBSA, entre otros, busca promover que sus empresas en la región puedan tener presencia, aunque no es considerado un país industrializado, en comparación con otros. En su lugar, dentro de la región es uno de los que tienen una tasa elevada ese sector, un ejemplo que sirve para ilustrar lo anterior puede verse con la Empresa Brasileña Aeronáutica, que es un fabricante de Aviones que ha podido convertirse en una transnacional y ser competitivo en ese sector.

Desde la crisis financiera de los 90 que arrastró a varios mercados emergentes como Brasil, México y Tailandia, se generó una turbulencia financiera en esa década que llevó a la creación del G- 20 ministerial, lo que dejó ver que es un país que ha sido tomado en cuenta para la resolución de las crisis financieras. En algunas acciones de EEUU para América Latina, busca consenso con el país suramericano; incluso Brasil ha logrado formar coaliciones con otros países de la región y ha podido modificar las acciones de la principal potencia mundial. Es uno de los participantes con mayor fuerza dentro de la ronda de Doha en los temas agropecuarios; participación en el BRICS y pide la reforma de las instituciones financieras internacionales.

La política exterior de Brasil ha sido condicionada para actuar en varios escenarios: se ha considerado a su cancillería como una de las de mayor profesionalización dentro de América Latina, al punto de que la política exterior brasileña ahora es vinculada con otros sectores como la educación, el intercambio científico y fomento empresarial (Milani et al, 2015). Adriana Erthal denomina a la política exterior brasileña como “universalista”, debido al pragmatismo que se observa, ya que ha establecido relaciones con el mayor número de países, sin importar el tipo de régimen político que gobierne ese país (2015, 49-75). Por otro lado, participa en las demandas de reforma de las instituciones internacionales, de la misma forma busca impulsar su desarrollo económico, se ha unido con otros países para demandar un desarrollo más justo. 

Aunque Erthal señala la importancia que ha tenido la aplicación de esta guía en la política exterior brasileña desde la llegada al poder del Partido de los Trabajadores en 2003, otros autores mencionan que algunos principios ya se habían incorporado al retornar la democracia en la década del noventa (Castro, 2013, 189-196). A pesar del pragmatismo, Brasil participa en la ONU en la firma de acuerdos que promueven los derechos humanos o mecanismos multilaterales, apuesta por la resolución de conflictos de manera pacífica, antes que el uso de la fuerza.Pero también mantiene lazos diplomáticos con gobiernos dictatoriales en diferentes lugares. Parte de esta política se encuentra en promover su desarrollo y la cooperación sur-sur, atraer inversiones y promover sus exportaciones.

Las relaciones con distintas regiones y países van a variar de acuerdo a los intereses. En Suramérica, por ejemplo, puede verse que Brasil no busca convertirse en una hegemonía regional. La política ha sido fortalecer la cooperación, el comercio a través del Mercado Común Suramericano (MERCOSUR), y la resolución de conflictos a través de la vía diplomática. Con EEUU, desde el fin de la Guerra Fría y la redemocratización, una postura cercana se ha abandonado, se ha coincido con la primera potencia mundial en los aspectos de fortalecimiento multilateral (Pinheiro y Gaio, 2015,75). Esto se ve reflejado en el acercamiento a países como Cuba, Corea del Norte u otros países que son considerados forajidos y que va de la mano con la postura de tener relaciones con cualquier gobierno sin importar su ideología. Esto sólo ha cambiado con la llegada de Jair Bolsonaro en el caso venezolano, temas como el cambio climático o su acercamiento a Trump.

Por otro lado, la promoción de la cooperación sur-sur que se ha hecho en América Latina y África con mayor énfasis le permite ganar aliados para formar coaliciones en las demandas de reforma en las instituciones internacionales. Esto se puede ver como Brasil utiliza el Banco Nacional de Desarrollo (BNDES), para promover proyectos de infraestructura y a sus empresas.  Son los casos de la empresa Odebrecht, que ha tenido un papel importante en ese tema (Pinheiro y Gaio, 2015, 75). En la comunidad luso parlante africana, así como, en otros países de ese continente, Brasil ha llevado a cabo proyectos de cooperación e inversiones, proyectos de infraestructura, cooperación en el área agrícola, educativa e infraestructura, pero también empresas en el área de minería, agricultura y energía se encuentran presentes, incluso han contribuido con cultivo de caña de azúcar para la producción de etanol.

Por otro lado, con China, que es la potencia emergente y que se convertirá en la primera economía mundial, la relación ha girado en torno a cooperar en las demandas para reformar las instituciones internacionales o propuestas de desarrollo alternativas a través del BRICS. Por otra parte, en el comercio el país suramericano ha exportado productos minerales y agropecuarios, mientras el país asiático ha enviado mayormente productos electrónicos y bienes de capital (Pinheiro y Gaio, 2015, 201-202).

Para un investigador como Joao Castro Neves, la relación entre China y Brasil ya no es entre sur-sur: es una relación entre norte-sur; así, se aprecia que el intercambio es desigual, ya que los productos del país asiático, son intensivos en tecnología, no están enmarcados dentro de una relación más equilibrada de lo que debería estar en una relación sur-sur.

La política exterior brasileña con su pragmatismo o universalismo, busca proyectare como una potencia emergente que pueda formar coaliciones con otros Estados para reformar y fortalecer los espacios multilaterales; por otra parte, se busca generar confianza para atraer inversiones extranjeras y por otro lado promover sus exportaciones, así como la actividad de sus empresas. Esto puede verse como que en la región suramericana podría fortalecer aún más los mecanismos de integración como MERCOSUR, a pesar de formar coaliciones con otros Estados, no lo ha logrado crear una más fuerte para lograr objetivos en común  para el desarrollo, de hecho el bloque de MERCOSUR ha presentado problemas o estancamiento en profundizar la integración comercial y otros aspectos que se propusieron  en el proyecto.

Por otro lado, la visión pragmática de la política exterior podría no contribuir con la democratización  y los derechos humanos. Pero más allá de estas características puede verse que Brasil ocupa el lugar de una potencia emergente, que busca influir en el orden internacional y en los organismos multilaterales.

7. Las políticas exteriores de Brasil y México

7.1 Política exterior de México

La política exterior mexicana ha tenido varias etapas en las dos últimas décadas. Esto se debe a los cambios políticos que se produjeron desde inicios de siglo, con la llegada del Partido de Acción Nacional (PAN), y la alternabilidad democrática que comenzó en ese período.  Esto ha llevado que, con los gobiernos latinoamericanos, no haya sido constante, ha estado marcada por fricciones y acercamientos. Más allá de esto, se ha visto que México al ser vecino de EEUU, ha tenido una relación cercana que se encuentra en interdependencia. Por otro lado, el hecho de ser una potencia media ha llevado a acercamiento con la región Asia- Pacífico, en busca de un elemento constante que es el desarrollo, por lo que refuerza su cercanía económica con su vecino del norte y con los cambios ocurridos en Asia, se ha acercado a esa región.

Esta interdependencia con su la potencia vecina del norte se ha profundizado desde mediados de los 1980, con la crisis de la deuda y de su modelo económico sustitutivo de importaciones. Así, este cambió a un modelo exportador hacia el mercado de EEUU, liberalizó el comercio para atraer inversiones extranjera, para disminuir el déficit fiscal, y empezó a realizar reformas macroeconómicas, lo que llevó a que más tarde se preparará para el TLCAN (Harber et al, 2008, 68-85), eso llevó a tomar como prioritaria su política exterior con su vecino, de igual manera, al dedicarse a la lucha contra los cárteles del narcotráfico ha llevado a México a estrechar las relaciones a pesar de puntos álgidos como la inmigración (Covarrubias, 2001, 192-198).

En sus acciones hacia América Latina, no ha tenido la capacidad para poder construir coaliciones regionales que puedan defender intereses comunes. Este punto es interesante porque Brasil y México firmaron un “Acuerdo Estratégico Económico” que no pudo avanzar, por choque de intereses en los sectores industriales sobre todo en el automotriz. En comparación con Brasil, la presencia diplomática mexicana es menor que la de Brasil (Schiavon y Figueroa, 2019, 624-627), tampoco posee una activa práctica de cooperación sur-sur, está más limitada al área de Centroamérica y el Caribe, en educación y salud, entre otras. Su papel en el PNUD y la UNESCO se ha centrado en campañas de educación, difusión y cooperación cultural; y esto se ha formalizado todavía más desde 2012 con la creación de la Agencia Mexicana de Cooperación (AMEXIC).

México ha intentado convertirse en una bisagra en algunos temas entre los EEUU y los países latinoamericanos. Luego de los años 1990, cuando suscribió el Tratado de Libre Comercio de Norte América,  trató de incorporar a los vecinos del sur a la propuesta del Área de Libre Comercio de las Américas, pero no tuvo éxito en ello; posteriormente, con la llegada de gobiernos críticos en el libre comercio y la actuación de EEUU, esta propuesta se ha dejado de lado. Ana Covarrubias señala que la llegada de Peña Nieto consistió en una vuelta del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que trajo cambios para reafirmar el papel de potencia emergente. Hacia América Latina, no presenta mayores propuestas que profundicen las relaciones o construyan mejores condiciones para la inserción en el orden internacional (Covarrubias, 2016, 341). Por su parte, la llegada de López Obrador, dejaría por ver los cambios en la política exterior de México, pero puede resumirse que la política exterior mexicana ha girado en torno a un modelo de desarrollo y este ha ido de la mano con el TLCAN, y las nuevas propuestas de integración y comercio en Asia Pacífico.

Los dos países están más enfocados en obtener su desarrollo y proyectarse  en la escena internacional, fuera de América Latina, en distintas regiones y coaliciones (Asia-Pacífico y África),en el caso mexicano se ha interesado en profundizar las relaciones con otros países de la región por encontrarse en la alianza Asia Pacífico, con Centroamérica a través del Plan Puebla-Panamá o la Iniciativa Mesoamericana, por tanto, no generó un bloque más profundo que pueda contribuir con los intereses de la región frente al resto del mundo.

Por otra parte, Brasil tiene una proyección mayor que México, en cuanto a cooperación sur –sur, y mayor presencia en los organismos intergubernamentales; pero, al igual que México, las relaciones con otros vecinos de la región no se han profundizado más allá de MERCOSUR, de las iniciativas para cumbres como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). En este caso, es un poco más profundo el intento de ejercer liderazgo regional. 

Los dos países han mostrado más interés en promover su desarrollo e instrumentan sus políticas exteriores para ello, pero dirigen sus acciones fuera de la región. En este sentido, los dos países prefieren llegar a acuerdos bilaterales con los países fuera de la región que negociar en bloque con América Latina, para acordar políticas y decisiones, es por ello que para algunos como Nicolás Comini y Alejandro Frenkel señalan que la característica de la política exterior de los países en la región es más atomizada que convergente (2017, 117-129).Estos autores mencionan que esta fragmentación puede llevar a una mayor debilidad a la hora de su actuación en el orden internacional.

7.2El papel de Brasil y México en el G-20

El G-20 es un espacio que ha servido para dirimir las diferencias y afrontar retos que puedan generar malestares en el proceso globalizador. Desde 2008 han generado un mínimo de normas para producir una gobernanza global. Los países han formado coaliciones para llevar adelante negociaciones y medidas. Estas coaliciones pueden ser regionales o por intereses entre los distintos países; por ejemplo, el grupo BRICS o el MIKTA, están agrupados por intereses, antes que por una pertenencia regional.

Brasil y México han tenido diferencias, como se demostró en la búsqueda del asiento permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, donde el país mesoamericano no apoyó a su vecino del sur. El otro punto que se encuentra en el Acuerdo Estratégico de Comercio, que no prosperó fue denunciado por las partes, sobre todo por sectores empresariales de Brasil, México, que han abogado por el libre comercio y secundaron la propuesta del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) de EEUU; en este punto chocó con Brasil desde la llegada de los gobiernos del Partido de los Trabajadores(PT), que estaban en contra.Estos son puntos que, con los cambios de los actuales gobiernos en ambos países, tampoco se avizora que puedan procurar mayores acercamientos para consensuar medidas o acuerdos en conjunto.

En la cumbre de noviembre de 2008, celebrada en Washington, como se ha mencionado, se buscaba superar la crisis financiera de ese año; llegó, incluso, a proponerse la redefinición de las reglas financieras internacionales. La asistencia de Brasil y México en esa cumbre mostraba la importancia que tenían como potencias emergentes y medias.Esa cumbre tuvo por parte de Brasil y México, la insistencia para que España asistiera, aunque se encontraba representado por la Unión Europea (UE). Por otra parte, Brasil y la UE estaban en contra de la postura de no presentar regulaciones al libre comercio y al sector financiero. La posición de México estuvo del lado de EEUU en este punto.Otro ejemplo de la no concordancia es la invitación que hizo China a México para que asistiera en 2017 a la cumbre BRICS, pero que finalmente no se concretó por parte de México (Comini y Frenkel, 2017, 117-129).

En la primera cumbre presidencial del G-20, Brasil habló del tema de la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, y mantuvo el tema del comercio como había hecho desde el G-20 ministerial, junto con Argentina, sobre este mismo objetivo. Por otra parte, en la demanda sobre cambiar las condiciones de comercio que sean menos difíciles con los menos desarrollados (Deciancio, 2016, 49-66). De igual forma, el país suramericano se unió a las demandas de China para lograr reformar las instituciones financieras internacionales, también esa reunión sirvió para la formación del BRICS.

Por otro lado, la creación del Consejo de Estabilidad Financiera (CEF, por sus siglas en español, y FSB en inglés) contó con el apoyo de ambos países latinoamericanos desde antes de su creación en la cumbre de 2009. Brasil prosiguió su apoyo al grupo BRICS, y sus demandas reformistas, además de llamar la atención en cuanto a retomar las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el sector agropecuario, en esto último, no fue acompañado por México en este tema.

La Cumbre de 2012 que presidió México en Los Cabos, amplió los temas de la agenda por ser el país organizador; era la primera vez que la realizaba uno latinoamericano, y se invitó a otros países de la región y de África. La importancia que tuvo la agenda presentada, estuvo en hacer hincapié en el crecimiento verde en temas sobre el desarrollo para los países más pobres (Aranda, 2012, 5). Estos puntos recibieron el apoyo del vecino suramericano, sobre todo en los modelos de desarrollo para los países más pobres.

Algunos criticaron que la presidencia mexicana de la cumbre no fue más allá en cuanto plantear temas y medidas más contundentes para el desarrollo; sin embargo, debe recordarse que era la primera vez que uno de los países latinoamericanos aparecía aquí. Además, el peso de los países del llamado G-7 y algunos de los emergentes, en la declaración final y en las negociaciones de la agenda. Aun así, para los críticos, señalaban que en esos temas no hubo una posición común con los otros dos miembros regionales del club (Argentina y Brasil).

Por otro lado, en esa cumbre, y en otras, México se ha unido a los que consideran que el proteccionismo entorpece la recuperación económica; pero su política de libre comercio asegura que sus exportaciones cuenten con mercados. Aun al contar con esos acuerdos, tiene una postura de evitar las políticas proteccionistas. Adicionalmente, Brasil estrecha alianzas en el G-20 con el BRICS, mientras México se acerca al espacio de diálogo entre México, Indonesia, la República de Corea, Turquía y Australia (MIKTA, 2013), este último, a pesar de su aparición luego del BRICS, se ha señalado como potencias bisagras o mediadoras.

Habría que apuntar un detalle más, Jair Bolsonaro, con su política de negación del cambio climático y la crítica al Acuerdo de Paris, en la reunión de 2021, no tuvo reuniones bilaterales con ninguno de los otros líderes. Los temas que dominaron la agenda fueron el Covid-19 y el cambio climático, asuntos en los que el presidente brasileño ha sido sumamente crítico y contracorriente a las preocupaciones de los países más desfavorecidos de la región (Europapress, 2019). Tampoco concordaba con demandas que tuvieran Argentina o México que son los otros asistentes en la región; pero en la firma de la declaración final participó aunque esta señalaba la preocupación por el cambio climático, el combate contra la desinformación en contra del COVID-19 y el respeto a los derechos de los pueblos indígenas (Benites, 2021).

Es particular que Bolsonaro mostrase mucho apoyo a Trump en casos contra China: con el caso de la tecnología de telecomunicaciones 5G, y no felicitó a Biden al resultar ganador como presidente de EEUU (France24, 2020), al contrario de muchos presidentes en la región, sobre todo, el apoyo en el enfrentamiento con China,difiere con la política seguida con México o Argentina entre otros.

En la cumbre de Osaka de 2019, celebrada en Japón, tuvo un encuentro el presidente brasileño con Xi Jinping, donde le pedía que China importara productos de valor agregado y no sólo hierro y soya; ante esto, su contraparte asiática le recordó sobre el 5G chino. Este punto es interesante ya que Brasil es miembro del BRICS, pero ha criticado a China. En esa cumbre hubo conversaciones con funcionarios de la UE y MERCOSUR, para lograr impulsar el acuerdo de libre comercio entre ambas instancias.

Aunque Argentina no es objeto de estudio de este trabajo, sirve para ilustrar la situación de los países con mayor peso en la región en el G-20, el acuerdo mencionado antes logró avanzar porque se presentaron “sintonías ideológicas” en ambos gobiernos. Sin embargo, con la salida de Mauricio Macri de la presidencia, y al asumir Alberto Fernández vuelve a detenerse el avance de este acuerdo, al señalar que ese acuerdo no debe perjudicar el desarrollo de la industria nacional (EFE, 2019). En el caso de México, López Obrador asumió la presidencia en 2019, una de las reiteradas acciones que ha hecho en política exterior es su inasistencia a las distintas cumbres y reuniones, designa como su representante en ellas al canciller Mauricio Ebrard. Esto mismo ha pasado con las cumbres del G-20, participó en la virtual del 2020 por la crisis del Covid-19, donde cuestionó los confinamientos prolongados y que las ayudas económicas no se dedicaran solo a las empresas e instituciones financieras (Capitalweb21, 2020).

En la cumbre de 2021, con sede en Roma, el jefe de Estado de México tampoco estuvo presente; su canciller Ebrard lo representó. Las reuniones del mexicano se concentraron en negociar una nueva vacuna para México e inversiones para un astillero.López Obrador no ha asistido a ninguna reunión del G-20, incluso criticó a la Cumbre climática de COP 26, con sede en Glasgow, Escocia, y la catalogó de frívola, con muchas promesas y poca productividad (Cajmahi, 2021). Esto es un contraste importante en el caso México, ya que los presidentes Calderón y Peña Nieto fueron muy activos en estas reuniones, era una forma de posicionar a México dentro de escenarios de influencia, mostrar su atractivo como un país seguro para las inversiones. Lograr contacto con el grupo MIKTA por ejemplo. López Obrador en cambio se muestra crítico con los clubes y reuniones que buscan acuerdos.

El mismo caso de Brasil, donde los presidentes Lula da Silva y Dilma Rousseff tuvieron presencia activa en esa cumbre, el carácter pragmático de la política exterior brasileña se acompañaba con las declaraciones y conversaciones que tenían estos presidentes en el G-20, buscaban fortalecer las alianzas de Brasil dentro del BRICS y con el grupo del G-7.

Finalmente, otro caso más reciente puede observarse en el contexto de la Guerra de Ucrania y la división del G-20. México condenó la invasión siguiendo la tradición de su política exterior de no intervención, mientras Brasil se abstuvo, y en las declaraciones, Bolsonaro ha guardado silencio o se ha mostrado un poco ambiguo con respecto al tema.

Si bien es cierto que estos países asisten a una serie de cumbres de carácter extra hemisférica, como la Iberoamericana que incluye a España, Portugal y América Latina, también cumbres como la Asociación de países de la cuenca del Pacífico (APEC) (Miranda, 2020, 243).

En los foros mencionados anteriormente, la región latinoamericana participa en algunas ocasiones fuera del Hegemón regional y mundial, que es EEUU, cada país contempla agendas distintas y no concertadas, incluso hay antecedentes en los foros como el ALCA o en la OEA, en los cuales los países participan en ocasiones, sin una coordinación en agendas o puntos en común.

En este punto, el giro que ha dado López Obrador con no asistir a las cumbres, y ser un poco más crítico, muestra nuevos alineamientos, como el caso de la CELAC en 2021, que es una cumbre sin EEUU y Canadá, a la que asistió Cuba también. El discurso de López Obrador acentuaba  poner fin a bloqueos, esto aludiendo a la política de sanciones contra Cuba, también habló de la promoción de la integración comercial de todos los Estados del continente incluidos los vecinos del norte, pero respetando la soberanía (Corona, 2021).

En el mismo caso, ante los cambios de gobierno en Brasil, así como, su participación en diferentes instancias, los investigadores Freitas y Mendes señalan que Brasil hace varias presentaciones en distintas líneas: se reúne con el G-7 para atraer inversiones y generar confianza en los mercados y poder dialogar con ellos, en que pueda ser aceptado como una potencia, pero también, participa en el BRICS. Así, indican que quiere tener una función bisagra entre esos dos grupos (Freitas y Mendes, 2010, 64-67).

Para el economista Rafael Miranda, Brasil por sus recursos, podría convertirse o ejercer una hegemonía regional, pero para ello tendría que ser un proveedor de bienes públicos globales como en la región, en ese mismo sentido, México tampoco los provee bienes públicos globales para construir una hegemonía regional (Miranda, 2020, 253).

También, la serie de problemas internos que enfrentan cada uno de los países para poder sostener el crecimiento económico, formas de desarrollo, así como, que las políticas exteriores puedan mantenerse en el tiempo. Esto lleva a que no puedan coordinar una serie de políticas en el G-20: cada uno de ellos busca obtener ganancias por separado en su participación en ese club, esto genera poca incidencia  de la región en la formación de las reglas formales  e informales que crean la gobernanza global.

Discusión

La creación del G-20 obedeció a que la crisis financiera de 2008 no podía ser resuelta por el G-7, esto era una señal sobre los cambios que estaban ocurriendo en el orden internacional, el nuevo grupo incorporaba a los países emergentes, a potencias regionales y medias para obtener soluciones a lo que amenazaba con convertirse en una depresión más severa.

Ahora, en el G-20 es que se le da forma a las reglas formales e informales y los mecanismos que conforman la gobernanza global, son los países que concurren los que de una u otra forma generan o contribuyen con el modelado delos mecanismos y prescripciones del proceso de gobernanza.

Brasil asiste a la cumbre por ser considerada como una potencia emergente; en el caso de México, una potencia media: son mercados grandes y receptores elevados de inversión extranjera directa, y aunque el segundo es uno de los países con más acuerdos de libre comercio en el mundo, tienen papeles diplomáticos importantes en la región.

A pesar del peso que tienen en la región no asisten a la cumbre con agendas o puntos concertados, ni sus políticas exteriores se coordinan frente a actores extra regionales o EEUU, en el G-20 tampoco, cada uno acude con su propia agenda. Con esto se explica por qué cada uno quiere obtener ganancias por separado en el proceso de gobernanza: cada uno aspira a convertirse en una potencia bisagra entre potencias las grandes potencias y los países menores.

Una coordinación de agendas dentro del G-20 podría hacer que contribuyeran con más fortaleza al diseño de las reglas de gobernanza para beneficio de la región y de ellos mismos. Pero para ello, no basta con coordinarse entre ellos: también deben hacerlo con los otros países de la región, por lo que es necesario ser capaces de aumentar la provisión de bienes públicos globales con los otros países de la región. Esto puede resultar difícil por la serie de problemas políticos y económicos que tienen estos dos países, por lo que acuden al G-20 por separado para obtener beneficios que puedan fortalecer su desarrollo.

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Notas a pie de página

[1] Este Consejo sustituyó al Foro de Estabilidad Financiera (FEF), que se creó en 1999, en la Primera Cumbre Ministerial del G-20.

2 Grupo conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS), que se conformó luego de la crisis de 2008, ha apoyado la demanda china, para reformar el Fondo Monetario Internacional, al igual que las instituciones provenientes de Bretton Woods.

3Una parte provenía de países emergentes como China y Turquía.

4 Se puede contar con ejércitos numerosos; pero cuanto es el costo para dotarlos o poder tener tecnología actualizada o por otra parte tener un mercado grande por contar con una población numerosa; sin embargo, cuáles son las capacidades para generar bienestar y salud a la población.   5Beckley es crítico para considerar que China podrá arrebatarle el liderazgo a EEUU, como potencia debido a que el país asiático aun presenta rezagos en cuanto PIB per cápita, poder generar bienestar a la población.


[1] Se puede contar con ejércitos numerosos; pero cuanto es el costo para dotarlos o poder tener tecnología actualizada o por otra parte tener un mercado grande por contar con una población numerosa; sin embargo, cuáles son las capacidades para generar bienestar y salud a la población.  Beckley es crítico para considerar que China podrá arrebatarle el liderazgo a EEUU, como potencia debido a que el país asiático aun presenta rezagos en cuanto PIB per cápita, poder generar bienestar a la población.


[i] Este Consejo sustituyó al Foro de Estabilidad Financiera (FEF), que se creó en 1999, en la Primera Cumbre Ministerial del G-20.

[ii] Grupo conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS), que se conformó luego de la crisis de 2008, ha apoyado la demanda china, para reformar el Fondo Monetario Internacional, al igual que las instituciones provenientes de Bretton Woods.

[iii] Una parte provenía de países emergentes como China y Turquía.