Carta al editor: Sistemas de Comunicación Ancestrales desde el modelo de investigación de las comunidades Yachachikux: Caso – Quechua

Sistemas de Comunicación Ancestrales desde el modelo de investigación de las comunidades Yachachikux: Caso – Quechua

Romero Abasto, Marlen Esdenka
Universidad Mayor de San Simón

meraing.com@gmail.com; amquintana@espe.edu.ec

¡El Quechua es una lengua nativa viva!

El quechua debe prevalecer para futuras generaciones como el vínculo permanente entre nuestra cultura, nuestras raíces y nuestra identidad andina.

Imaynalla, sumaq p´unchaw, ñuqa Marlen Romero sutikuni, boliviamanta kani, ñuqa Yuracomplexuspi jatun yachaywasi llamk´ani.

Los pueblos ancestrales son aquellos que han permanecido en el planeta durante miles de millones de años, ellos tuvieron la necesidad de establecer sistemas de comunicación que tiendan puentes de comprensión de aquellas representaciones visualizadas, al interior de su comunidad, así encontramos, diversidad de dialectos que en origen podríamos considerarlos como primitivos, encontrándonos aun en un estado en donde la diversidad de lenguas ha hecho que el homo sapiens todavía no alcance entornos de comprensión planetarios en miras hacia la creación de un sistema de comunicación universal.

Desde la revolución cognitiva comprendimos que una de las necesidades básicas del ser humano era la comunicación, pues a diferencia de otras especies el cerebro del homosapiens tenía la capacidad de interconectar su individualidad con el medio ambiente y expresar sus pensamientos a través gestos, representaciones y lenguaje.  Desde Mesopotamia, tuvimos la urgencia de imprimir nuestras ideas en tablas que originaron el nacimiento de la historia y la transmisión de conocimientos en un proceso que dio la posibilidad a nuestra especie de acumular lo conocido por una sociedad y transmitirlo hacia otras engendrando cadenas de conocimiento a nivel de especie. Desde la filosofía griega el lenguaje se convirtió en un núcleo de comprensiones para la formación de la academia llegando a religar su estudio bajo enfoques científico-matemáticos. Desde las sociedades primitivas entendimos que el lenguaje tomaba tintes de comprensión de sociedades localizadas, pues como no entender que, a su manera, cada una de las sociedades dispersas en el planeta debían buscar sus propios mecanismos de comunicación.

El quechua desarrollado hace 12000 años en el Aby Ayala por asentamientos humanos que se denotaron en Caral Perú, Quero-Bolivia y en Tulipe-Ecuador, más allá de ser considerado como un lenguaje el idioma es considerado un dialecto que se fue adaptando a las necesidades de las comunidades ancestrales como una forma de comunicación y de expresión de la identidad de pueblos unidos por la cordillera de los Andes. El quechua a diferencia de las lenguas occidentales no constituye la unidad de letras alfabéticas si no mas bien la unidas de grafismos que han sido interpretados en la actualidad a símbolos identificados por letras, complementariamente se desarrollo otras formas de expresión como los quipus que sin ser un sistema numérico si no mas bien un sistema de nudos sirvieron como elementos contables que configuraban entornos de economía comunitaria y que a manera de simil de la revolución tecnológica nos llevan a entender que a partir de tarjetas interrelacionadas se puede gestar un proceso de comunicación universal, que también lo podemos encontrar en el manejo de la Yupana, que comparativamente viene a representar lo que en occidente conocemos como calculadora.

En Bolivia tenemos un alto porcentaje de población indígena, por ende, contamos con una riqueza lingüística que nos lleva a comprender sus entornos diversos y la diáspora de lenguas nativas, llegando hasta 36 dialectos incluido el quechua. Este idioma fue insertado en las escuelas de primaria y secundaria, y universidades, así mismo es requisito indispensable para ejercer funciones laborales. Actualmente en Bolivia el quechua es la lengua indígena más hablada, con más de 2 millones de personas.

La globalización nos empuja utilizar lenguajes que tienden a ser universales como el inglés, chino, francés, sin embargo, el pensamiento andino nos empuja a entender que existen complementariedades y por lo tanto comprensiones de que a la globalización se le debe sumar la localización y con ello la comprensión de que existen  dialectos que representan la identidad de diferentes culturas a los cuales también  hay que respetarlos bajo sus diferentes manifestaciones siendo una de ellas, sus idiomas ancestrales como el quechua.  

En los pueblos ancestrales andinos los mecanismos de comunicación fueron varios, sin embargo, uno de los elementos fundamentales para su comprensión fue el de la construcción de símbolos apegados normalmente hacia ideas de la naturaleza, de ahí que existen una serie a encuentros arqueológicos que así lo demuestran y que llevan a entender que uno de los principios prioritarios para la construcción de su pensamiento comunitario fue el de las paridades. Buscar pares entonces, se constituyó en una de las tareas andinas de mayor relevancia, pues de ahí a través de procesos que lleven a entender actuares de relacionalidad, correspondencia, complementariedad, reciprocidad y ciclicidad, se engendrarían ideas de armonía. Nuestros pares entonces serían, el sol, la luna, el planeta, los 4 elementos, los reinos animal, mineral, vegetal, las sociedades humanas…, tendríamos que poner entonces, atención hacia todo lo que existe. De ahí que para simbolizar ese gran tejido aparecería la Chakana como máxima figura representativa de la filosofía andina.

Pero ¿Cuál es el misticismo que encierra la Chakana? En primer lugar imprime la idea de los opuestos complementarios: noche – día; macho – hembra; frío – calor; vida – muerte…, nos da la posibilidad de tejer interacciones de comprensión desde sus trinidades: animal – mineral – vegetal; cosmos – planeta – genética; símbolo – mito – magia; pasado – presente – futuro…, nos permite visualizar tetragramas: invierno – verano – otoño – primavera; norte – sur – este – oeste; nos lleva a entender el origen de la vida desde la construcción de su diagonal que representa el grado de inclinación del planeta; nos permite entender que todo en la vida lleva inmerso procesos cíclicos pes lo que empieza termina y nuevamente comienza, así funciona la permanencia de las especies en el planeta y el universo. Entender que los procesos de comunicación llevan inmersos simbolismos, mitos y creencias que nos empujan a desarrollar ritos es una de las tareas de la comunicación ancestral andina.

Induciremos ahora a desarrollar un taller en donde priorizaremos algunos saberes andinos que nos llevan a comprender ideas de armonía comunitaria:

1. Saber comer

Hay que comer los alimentos de la época y del lugar: En verano, tomates – lechuga – calabaza – berenjena – pimientos – zanahoria espinacas…, en invierno, ajo – apio – cebolla – espinacas – habas – lechuga…, el pollo – para quienes lo consumen – debería tener un tiempo de crecimiento de cinco meses no de 45 días. Se debería propender a comer los alimentos del lugar, naranjas con pepa o naranjas importadas sin semilla, manzanas chilenas con marca o manzanas ambateñas, papa chola o papas pringles…, como decía “la María” habrá que” pensar en la iconumía” y comprar lo que hay para dejar de depender de productos importados y evitar el consumismo.

2. Saber beber

Hay que disfrutar y tomar el agua en su estado natural como el agua de la lluvia. Tras una tormenta el ambiente deja de estar cargado y se regula la temperatura al reducirse toda la carga negativa en el aire, además de respirar un aire de mejor calidad eliminamos tensiones, dolores de cabeza, malestar y cansancio, cuando tomas agua natural es normal sentirse relajado y con más ánimos pues ayudamos a la sangre a que fluya como un río, a que los alimentos tengan un mejor metabolismo, a que las células se alegren al mezclarla con elementos naturales como la canela, el jenjibre, el limón. En la sanación el agua es uno de los elementos principales, no olvidemos que nuestro cuerpo está compuesto por aproximadamente un 65% de agua, misma que, baña los tejidos, los órganos y a todo el cuerpo en general. Imaginémonos un sembrío sin agua, ahora veamos hacia el interior – así como se postula en la dimensión del tercer ojo con la glándula pineal – qué le pasará en un organismo que no tiene con uno de los principales elementos de la vida.

3. Saber danzar

La gran interacción de las especies deviene de sus movimientos corporales, los sonidos de la naturaleza denotaron su origen; mas tarde su acompañamiento con las palmas, el choque de los pies, los gritos; la armonía que nace al juntar el sonido de los cuatro elementos y consecuentemente el desborde de energía cristalizado en la danza. No hay mejor danza que la del aleteo de un colibrí (más de 70 veces por segundo) en su relación con el néctar de una flor, pues absorbe su alimento sin dañarla. La danza invita a la cooperación, a la espontaneidad, al simbolismo, a la comunicación, al sexo…, al bienestar.

4. Saber dormir

Hay que dormir conciliando el sueño en una parte de la noche y en una parte del día, pues son diferentes las energías que se desprenden de cada ciclo y el subconsciente lo interpreta como los períodos en los que el cuerpo debe tener descanso. Según el movimiento del planeta y la localización en la que uno se encuentre, habrá que seguir el siguiente consejo: Si estás en el hemisferio Norte, la mejor orientación para dormir es con la cabeza apuntando hacia el Sur o el Este y si estás en el hemisferio Sur, la cabeza debe descansar hacia el Norte o Este. No olvidemos que el gran movimiento del planeta es de sur a norte y el sol nace por el este y se pone por el oeste, de ahí la representatividad circular en los bohíos andinos y la conexión con el cosmos en la forma de cono en su techo, las energías fluirán y se receptarán de mejor manera al dormir en un sitio con éstas características.

5. Saber trabajar

La valorización del trabajo en el mundo occidental se limita a lo económico, a los esclavos, a la compra venta y a la dignidad. En el mundo andino el trabajo es un fin comunitario, en sí es plenitud existencial, celebración de la vida y comunión con la Pachamama. La tierra es fuente de vida por lo que trabajarla es su culto y la chacra su templo. El trabajo para el andino representa una realidad existencial sistémica, con visiones afectivas, estéticas, sociales, económicas, sin separar a la persona de su comunidad y de su familia. En en mundo andino no hay división del trabajo, habrá que romper el paradigma occidental “son solo exportadores de banano, café, frutas…,” para hacer entender que lo importante es la alimentación y no los negocios modernos de servicios “tecnología y turismo”, el uno que hizo perder la comunicación personal y el otro que infunde migraciones por el placer.

6. Saber meditar

La premisa es: Para meditar hay que dejar la mente en blanco, hacer descansar a los ojos con el fin de que el cuerpo interior se concentre conscientemente en aquello que no ve pero que le da vida, para hacer que aflore el funcionalismo de los otros sentidos y hacer que el anarquismo traducido en libertad entre en tu cuerpo y dejar las vanidades. Pisar la tierra para recibir la energía del centro del planeta y hacer que el sistema nervioso reaccione, respirar en forma consciente, escuchar los sonidos de la naturaleza, representar las creencias con el uso de nunas, saborear diferentes tipos de hierba, oler sabores alternos, representar con nuestro cuerpo a los movimientos del puma, el aleteo del cóndor, la paciencia de la serpiente …, realizar rituales que nos hagan encontrar el ser interior. Vivenciar el aquí y ahora y liberar al cuerpo del pensamiento conceptual para percibir la totalidad.

7. Saber pensar

la cosmovisión andina nos imprime los contextos de relacionalidad, correspondencia, complementariedad, reciprocidad y ciclicidad, mismos que son fundamentales para forjar un pensamiento en donde lo que interesa es la interacción del hombre con sus pares en estado de equilibrio. “Para la filosofía andina, la ‘realidad’ está presente en forma simbólica, y no tanto representativa o conceptual. El primer afán del runa/ jaqui andino no es la adquisición de un ‘conocimiento’ teórico y abstractivo del mundo que le rodea, sino la ‘inserción mítica y la representación cúltica y ceremonial simbólico de la misma. La realidad se ‘revela’ en la celebración de la misma, que es más una reproducción que una re-presentación, más un ‘re-crear’ que un ‘re-pensar’ “(Estermann, Josef 2006, p. 105).

8. Saber escuchar

Sentir, percibir, presentir, comprender al otro, en una relación de pares, si todo vive, toda habla, de ahí que, debemos traspasar la barrera del oído y hacer que nuestro cuerpo sea el que escucha en las frecuencias en las que el otro quiera comunicarse. Los minerales, las plantas, los animales de otras especies, se comunican utilizando diferentes frecuencias, sin embargo hay que declarar nuestra existencia y comprender la suya para escucharnos.

9. Saber hablar bien

En el mundo andino más que “ser – en – el- mundo,” es “estar – en – el- mundo” estar junto a, en compañía de una colectividad, de un grupo social. En una determinada situación en donde la capacidad de dialogar, entender y ejecutar, nace del sentido de pertenencia con la madre tierra. El hombre andino nace de una familia que forma parte de la comunidad, abriéndose de manera transparente, amplia y abierta a todos los miembros de la misma, por lo que al sentirse parte de ésta debe aprender a respetar a sus miembros. Es por esta razón que, a los varones mayores en su comunicación se les llama tíos y a las mujeres mayores se les llama tías, este sentir familiar, tan peculiar inicia un proceso afectivo y fraternal, donde todos los cónyuges son padres y todos los niños se convierten en hijos de la gran familia comunitaria, que al hablar ve al otro con lazos fraternales. Del lado universal, “un mensaje cotidiano que tiene la naturaleza para comunicarse con los habitantes de una determinada región es el lenguaje cósmico que determina el ciclo agrícola, pues a través de él, claramente se indica las fechas más adecuadas para roturar la tierra, prepararla, proceder con la siembra, acompañar su desarrollo y crecimiento, para finalmente efectuar la cosecha”(Zenteno,Hugo).

10. Saber soñar

En la relación de estar – hacer – sentir, que son concepciones de realidad, hay una noción mas profunda: El soñar, como una forma de comunicación de planos de vida, de mundos posibles y de otras relaciones, en niveles de percepción distintas que ayudan a aportar y resolver situaciones del mundo terrenal. Todo tiene su origen en el sueño, por lo que habrá que proyectar la vida desde ese lado espiritual que hará que lo pensado se haga realidad.

11. Saber caminar

Los pueblos andinos a través de la historia hemos vivido distintos principios de organización social, pero nada tan fuerte y solido como lo es  el Ayllu, o lo que se conoce como la familia ampliada, en donde no solo somos parientes los indivuos (runakuna) sino todos quienes convivimos con la Madre Naturaleza. Hemos establecido una conexión y una reacción especial de armonia y equilibrio con los rios, los cerros, las piedras, las plantas, los animales, el sol, la luna, las estrellas…, y al caminar el sendero siempre caminamos juntos.

12. Saber dar y recibir

Reconocer que la vida es la conjunción de muchos seres y muchas fuerzas. En la vida todo fluye: recibimos y damos; la interacción de las dos fuerzas genera vida. Hay que saber dar con bendición, saber dar agradeciendo por todo lo que recibimos. Agradecer es saber recibir; recibir el brillo del Padre Sol, la fuerza de la Madre Tierra, fluir como la Madre Agua y todo lo que la vida nos da. En la relacionalidad, es actuar con reciprocidad.

13. Saber amar y ser amado

El respeto hacia todo lo que existe genera una relación armónica, que sobrepasa ideas de atracción, apegos, nostalgia, cariño, deseo…, y nos lleva a vivir en una aquí y ahora en donde disfrutamos de lo que nos rodea.